¿Debemos de creer en la ciencia?

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Comencemos con una breve historia, en el año 2011 Ernesto Cayetano viajaba en autobús rumbo a Coatzacoalcos para visitar a su hijo cuando el Ejército detuvo el vehículo para una inspección de rutina en busca de drogas. Durante la revisión, un perro detectó un paquete de droga a cuatro asientos de donde él estaba. Los militares hicieron que todos los pasajeros bajaran y usaron un dispositivo con antena que apuntó directamente a Cayetano. Debido a esto, Cayetano permaneció en una prisión en Veracruz, ya que el detector supuestamente lo señaló como sospechoso.

Este mismo dispositivo era usado en ese momento en varios países entre los que destacan Reino unido, irak y méxico quienes adquirieron desde 2007 una serie de dispositivos que presumían entre sus características principales localizar artículos prohibidos y peligrosos como armas, bombas y drogas, además de no utilizar ninguna fuente de alimentación más que la energía electrostática del operador. Este aparato tiene como nombre detector molecular GT200 y tenía un costo aproximado de $280,000.00 pesos por unidad, sin embargo gobiernos estatales llegaron a pagar hasta $800,000.00 pesos por unidad.

Al presumir tan buenas características instituciones gubernamentales como la SEDENA, SEMARNAT y la marina adquirieron varias de estas unidades por un monto total aproximado de 450 millones de pesos (IFAI) haciendo a méxico el mayor comprador de estas unidades a la empresa Global Technical, LTD.

Sin embargo, como todo lo que suena demasiado bien para ser verdad este dispositivo se trataba de un fraude, fue en ese mismo año el físico Luis Mochán, investigador del IF UNAM, exhibió una radiografía del GT20 donde en sus palabras”su interior está vacío, no cuenta con ningún dispositivo, sólo se mueve de acuerdo con los deseos, conscientes o no, del operador, (….) no son detectores”.

A pesar de estas evidencias la SEDENA defendió el uso de este aparato por lo menos hasta el año 2015, año donde se realizaron una serie de pruebas en la academia mexicana de las ciencias que demostraron la completa (evidente) ineficacia del aparato, que se venía alertando desde años atrás.

Esto llevó a que entre 2008 y 2011 se reportaron a la CNDH 3 mil 159 quejas por cateos ilegales motivados por señalamientos realizados por estos aparatos, para bien de nuestro amigo Cayetano la demostración de Dr Luis Mochán fue sustancial para que un juez declarara su libertad al no encontrarse pruebas en su contra, sin embargo se desconoce la cantidad exacta de señalamientos erróneos que se realizaron empleando como evidencia este aparato.

Historias como la anterior nos muestran la importancia que tiene la cultura científica mas allá de la academia, ya que el conocer de ciencia no es algo que solo concierne a los científicos, si no que como ya hemos visto tiene impactos reales en la vida de las personas. Sin embargo, muy a menudo cuando cuento esta historia las personas concluyen, “Debemos de entonces creer en la ciencia, debemos de creerle a los científicos”, pero nada está más alejado de la realidad, NO debemos de creer en la ciencia.

Así como se escucha, no debemos de creer en la ciencia, esta afirmación recae muy profundo en lo que nos han enseñado a lo largo de nuestra educación básica, es muy común escuchar que cuando se nos habla de ciencia se presenta al método científico como una serie de 4 pasos (Observación, hipótesis, experimentación y conclusión) que nos permiten alcanzar una “verdad” (si es que podemos afirmar que algo así existe) y que hace que se nos presenten sus resultados como algo indiscutible y más ante los ojos de personas ajenas a las actividades científicas.

Sin embargo esta serie de 4 conocidos pasos tiene sus fallas, si solo consideramos conocimiento científico al que podamos obtener realizando experimentos dejaríamos de lado a los astrónomos, ya que ninguno tiene (aún) una estrella en su laboratorio para comprobar sus teorías y más aún esta serie de 4 pasos es la forma en la que aprendemos de niños a explorar el mundo, pero que nos pueden llevar a conclusiones erróneas que nadie presente catalogaría como ciencia.

Más aún la ciencia al ser una actividad humana es como todas, susceptible a los errores humanos, son conocidos los casos donde científicos presentan resultados erróneos que repercuten profundamente, desde la falsa relación de la vacunación con el autismo que resultó ser una errónea correlación, o partículas que se mueven más rápido que la luz, resultando ser un cable mal conectado.

Es de esta forma que es comprensible que al entender a la ciencia como una actividad que nos permite alcanzar la verdad en la vida cotidiana nos sea indistinguible que se nos hable de agujeros negros como se nos hable de fantasmas, conocer de ambos solo se reduce a creer en lo que vemos o escuchamos.

No obstante un rayo de esperanza surge directo de la filosofía, la ciencia no puede ser definida únicamente empleando los 4 pasos que presentamos como método científico ni mucho menos entendida como una forma de alcanzar la verdad, a pesar de ser un tema aún abierto a discusión la ciencia y como tal el conocimiento científico tienen un aspecto fundamental: Son falsables.

El conocimiento científico es y debe de ser siempre susceptible a ser probado como falso, por ejemplo hasta antes del siglo XVII si vivías en europa todos los cisnes que hubieras visto, que hubieran visto tus familiares o conocidos eran de color blanco, sin embargo al llegar los exploradores ingleses a australia encontraron por primera vez un cisne negro, sin embargo para tí antes de ese suceso era imposible probar la existencia de una cisne de otro color, esto ocurre muy a menudo en la ciencia.

No es nada extraño que en los seminarios además de ir a comer galletas y tomar café los cientificos debatan sobre la validez de sus teorías, buscando ese cisne negro que pueda probar como erronea la teoría del otro o incluso la propia y en caso de encontrarla aceptar y abrazar ese error como una nueva oportunidad de ampliar nuestro conocimiento.

Esto es algo que debemos de realizar en nuestra vida cotidiana, aplicar la ciencia en la vida cotidiana no significa realizar experimentos a todo lo que vemos, si no que aplicar un pensamiento científico nos invita a cuestionar todo lo que vemos, escuchamos o aprendemos, desde una posición informada y con la capacidad de aceptar la posibilidad de estar en una posición errónea y adaptarnos a ella rápidamente, sin embargo es importante hacer notar que la ciencia no puede resolver preguntas que no son susceptibles a ser probadas como verdaderas o falsas, temas como el alma o el propósito de la vida son temas que no podemos dotar de valor de verdad y recaen en otras actividades humanas.

Y si bien la ciencia no es perfecta (ya que incluso las teorías más famosas de la física como el modelo estándar de partículas fallan en ciertas condiciones) es una de las mejores herramientas que tenemos, nos ha permitido conectar a cada ser humano del planeta a la velocidad de la luz, mejorar nuestros cultivos o explorar la vastedad de nuestro universo.

Es así que la ciencia y el pensamiento científico son fundamentales para construir una mejor sociedad, tener curiosidad por lo que nos rodea, hacernos preguntas, comparar diferentes fuentes de información y cuestionarlas nos acerca más a construir un mundo mejor, a resolver los problemas actuales y por qué no, a liberar ese niño curioso que llevamos dentro.